En estos momentos a cada paso que se da en todos los sectores, pero de forma muy especial en el sector inmobiliario y en el desarrollo de las ciudades, le tenemos que añadir la palabra “sostenible”, la palabra “verde”, las palabras “eficientes energéticamente” o parece que no tienes una conciencia social digna de merecer la confianza de tus clientes o proveedores.
Si esto fuera así, no estaría del todo mal; sin embargo, en muchas ocasiones debajo de dichas palabras las acciones no son tan sostenibles, ni tan verdes, ni tan eficientes energéticamente hablando.
Quizás si lo sean en términos marketinianos, si no somos sostenibles no vendemos nada, ni coches, ni viviendas, ni productos industriales y mucho menos políticas públicas de desarrollo urbano comprometidos con la utilización eficaz y eficiente de los recursos naturales.
Es más, este propio medio de comunicación tiene una sección especifica y destacada dedicada al desarrollo urbano de nuestras ciudades.
Ahora bien, desde un punto de vista formal e incluso legal, la preocupación por un desarrollo urbano sostenible siempre ha estado blanco sobre negro en nuestras leyes.
El art. 45 de nuestra Carta Magna, recoge literalmente lo siguiente:
“Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.
Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva.”
También el art. 47 de la Constitución Española, establece que el suelo se debe utilizar de acuerdo con el interés general.
Resaltar que todas las legislaciones autonómicas tienen dentro de su compendio normativo sus propias leyes de sostenibilidad, de protección del suelo, de los espacios naturales, de medio ambiente, etc…
Y por no quedarnos cortos, también reseñar algunos compromisos europeos y globales como el Carta Europea de Ordenación Territorial, la Agenda 21 aprobada por Naciones Unidas, la Carta de Aalborg o Carta de las Ciudades Europeas hacia la sostenibilidad, la Agenda 2030 de Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible; comúnmente conocida como los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, que tanto visibiliza nuestro presidente del Gobierno con su pin en la solapa.
Como fácilmente todos podemos deducir, a pesar de que las legislaciones recogían formalmente ese compromiso sostenible en la práctica, en la realidad, ese compromiso era mucho más débil y desnaturalizado.
Ahora, creo sinceramente que afrontamos un momento distinto, unos retos distintos con un grado de compromiso y concienciación mucho mayor por parte de todos.
El compromiso económico y social de los poderes públicos apunta a que será de una gran magnitud, el cuál servirá como punta de lanza a un compromiso empresarial de igual envergadura que aterrizará en una base de conciencia social y ciudadana como nunca hemos tenido. Por lo tanto, es el momento que pasemos del dicho al hecho.
Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha
Victor Hugo
Comunicación, medios digitales, relaciones públicas y desarrollo territorial