La proliferación de teléfonos móviles y la mejora de las conexiones inalámbricas a Internet han impactado de forma significativa la manera en la que trabajamos. El habitual uso de móvil en el entorno laboral nos permite estar conectados y trabajar desde cualquier lugar, anotar el registro diario, contactar con nuestros coordinadores y mantener reuniones con todo tipo de clientes, sin importar el entorno en el que nos encontremos.
Sin embargo, en el contexto actual, profundamente marcado por la senda de desarrollo sostenible, por una evolución tecnológica sin precedentes y con una preocupación cada vez más creciente por parte de todos los agentes sociales e institucionales en pro del cuidado y la conservación del planeta, la búsqueda de fórmulas de desarrollo y crecimiento empresarial que sean respetuosas con nuestro entorno resulta notablemente prioritaria.
Una solución alternativa a la producción en masa de productos de última tecnología son los móviles reacondicionados, que ofrecen una serie de ventajas tanto económicas como medioambientales.
El uso de este tipo de dispositivos renovados por parte de empresas que buscan ser (más) sostenibles tiene un impacto significativo en la reducción de su huella de carbono. Fabricar un móvil nuevo conlleva una gran cantidad de recursos naturales y de energía, así como de emisión de gases de efecto invernadero.
De este modo, las empresas que opten por dar una segunda oportunidad a los móviles renovados, contribuyen con su acción a ahorrar más del 80% de emisiones de CO2 a la atmósfera. El ahorro de agua también es notable: 68.000 litros de agua menos que al comprar uno nuevo, teniendo en cuenta todo el proceso de extracción de minas, que consumen mucha agua. Asimismo, la tecnología reacondicionada permite evitar la utilización de 200 kilos de materiales rocosos, necesarios para la producción de todo tipo de dispositivos, desde que se extraen hasta que llegan al particular.
Por otro lado, la inversión en tecnología reacondicionada también influirá en el presupuesto de la compañía. Si comparamos el desembolso inicial que habría que hacer para comprar móviles nuevos de empresa para toda la plantilla con el que se tendría que invertir en móviles reacondicionados, la diferencia es ingente, ya que el precio del teléfono puede reducirse entre un 40% y un 70% si se elige un reacondicionado.
Si se decantan por este tipo de productos, las unidades encargadas de la gestión económica y la contabilidad de las empresas podrán reducir notablemente los costos derivados de la adquisición de tecnología móvil, todo ello sin comprometer la calidad o la funcionalidad del terminal. Y con el ahorro que permiten estos reacondicionados, la compañía podría destinar gran parte de sus recursos financieros a otras áreas de negocio, a iniciativas de responsabilidad corporativa o a líneas o proyectos de expansión hacia otros ámbitos o países.
Del mismo modo, es interesante señalar que utilizar móviles reacondicionados no es sinónimo de quedarse atrás en términos de tecnología. En el mercado reacondicionado, en expansión en estos últimos años y en los próximos según las previsiones de la industria, es posible adquirir teléfonos de última generación a precios asequibles, sin grandes desembolsos ni gastos excesivos y sin renunciar con ello a las últimas actualizaciones ni funcionalidades. El rendimiento y el funcionamiento se asemeja al de un terminal nuevo, con todas las garantías y con el mismo servicio al cliente personalizado que conseguiríamos con un móvil recién fabricado.
En definitiva, elegir tecnología reacondicionada supone una solución sostenible y rentable para todas aquellas empresas que buscan reducir su impacto medioambiental en el uso diario de la tecnología. Al optar por productos renovados a los que dar una segunda vida, las compañías contribuyen a minimizar la huella de carbono, consiguen ahorros y recursos económicos para el corto y medio plazo y tienen la oportunidad de seguir accediendo a dispositivos actualizados y pragmáticos. La tendencia hacia una economía circular y un aprovechamiento sostenido de los recursos naturales debería ser la práctica más habitual en las empresas de nuestro país y de todo el mundo, sobre todo si queremos conservar nuestro preciado entorno y asegurarle un próspero futuro.
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