¿Quién no ha soñado durante su juventud en ese momento de la vida en la que compras tu primer coche o la vivienda en la cual envejecer? Una idea que, lamentablemente, en el caso de los más jóvenes de nuestro país está más cerca del plano onírico que de la realidad. El acceso a la vivienda se ha convertido en un problema especialmente sensible para los millennials, una generación destinada a cambiar el mundo que les rodea y que, sin embargo, dispone de las herramientas, pero no de los recursos para hacerlo.
Al difícil acceso a una hipoteca hay que sumar los escollos actuales que atraviesan los jóvenes a la hora de hacer frente a la renta de una vivienda. El encarecimiento de los alquileres ha llegado a máximos históricos durante 2022. Una subida que no ha venido acompañada de un aumento proporcional en los salarios medios de la población, especialmente en los jóvenes. Según datos de portales inmobiliarios especializados, entre los años 2008 y 2020, el salario medio bruto en jóvenes entre 25 y 34 años aumentó un 4’5% frente al 38,5% que se elevó el precio medio del alquiler en nuestro país durante el mismo lapso de años. La brecha entre salario y alquiler no ha hecho más que dispararse durante estos últimos años, derivando a que un gran número de personas hayan tomado la decisión de emprender la búsqueda de la compra de una vivienda. Un camino que debería ser emocionante se ha convertido en un dolor de cabeza para los millennials.
Según datos proporcionados por el Banco de España, el número de menores de 35 años propietarios de una vivienda ha descendido un 33% en la última década. Un retroceso de especial preocupación cuando aportamos a la ecuación otro dato: el tanto por ciento del salario que se destina de media en España para hacer frente a la cuota hipotecaria mensual es de un 33,6%, pero, en el caso de los jóvenes entre 20 y 35 años se asciende a un total entre el 60 y 90% de su salario.
Cifras desorbitadas que se alejan de las recomendaciones de los principales organismos de nuestro país. La recomendación del principal organismo monetario de nuestro país es que la cantidad de ingresos que empleemos en el pago del préstamo no supere mensualmente un 30%, un porcentaje que se duplica e incluso triplica entre los más jóvenes y que sin duda, debe ser uno de los objetivos a corto plazo que se deberían abordar
La inestabilidad laboral y económica que subyace entre el sector más joven de nuestra sociedad se ha convertido en una barrera demasiado grande en la que centrar los esfuerzos de empresas e instituciones para ser capaces de derribarla. Algunas entidades financieras ofrecen determinados incentivos durante los primeros años de hipoteca como ayudas para sufragar los pagos iniciales relacionados a gestiones notariales y registrales o facilidades para reducir la cuota a pagar durante los primeros años de hipoteca.
Este tipo de acciones colaboran a detener, o al menos, frenar, una caída en el número de hipotecados menores de 35 años que, lejos de ser una preocupación actual, apunta a ser un problema en el que se necesitarán aplicar muchos esfuerzos para poder solucionarse de una manera eficaz y temprana.
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