Desde junio de 2022, los tipos de interés han subido un 3,5% en la eurozona, un aumento sin precedentes que ha repercutido significativamente en el coste de las hipotecas. Esto refleja una tendencia mundial más amplia vinculada a la inflación, que se ha disparado desde la pandemia. En febrero de 2023 la inflación fue del 8,5% en la eurozona, significativamente por encima del objetivo de 2% marcado por el Banco Central Europeo (“BCE”), y del 6,1% en España. En este contexto surge Colibid, una empresa que proporciona un mercado de subastas hipotecarias donde los bancos compiten por los clientes.
La inflación surge cuando existe un exceso de dinero y una escasez de productos. La reciente inflación es el resultado de una mayor demanda a medida que la economía se ha ido reabriendo tras la pandemia, combinada con problemas de suministro, incluyendo la invasión rusa de Ucrania, que hizo subir los precios de la energía y los alimentos, y los cuellos de botella en las cadenas de suministro mundiales, que provocaron una menor disponibilidad de productos.
La subida de los tipos de interés es una herramienta que utilizan los bancos centrales para fomentar el ahorro y frenar el gasto, lo que teóricamente disminuye la inflación al reducir la demanda de bienes. Sin embargo, los bancos centrales deben tener en cuenta una nueva variable inesperada: la «crisis bancaria» desatada por la rápida quiebra del Silicon Valley Bank («SVB») en marzo de 2023, que ha puesto en peligro la estabilidad financiera.
Creado en 1983, SVB estaba estrechamente integrado en la comunidad tecnológica y de startups. Su quiebra fue la segunda mayor de la historia de Estados Unidos (sus activos alcanzaban un valor de 210.000 millones de dólares), y ello desató un pánico generalizado al contagio financiero.
En los últimos años, los clientes de SVB recibieron una financiación considerable debido al auge de la financiación del capital de riesgo. Esto supuso más depósitos, que el banco invirtió en bonos del Estado y de empresas (mientras los tipos de interés eran bajos).
Sin embargo, cuando los niveles de inversión en capital riesgo se ralentizaron tras la pandemia, los clientes del SVB necesitaron acceder a su dinero (ya que las empresas tecnológicas suelen centrarse en el crecimiento y «queman efectivo» en lugar de generarlo). Esto generó una falta de liquidez para SVB. Para liberar efectivo, el banco anunció una ampliación de capital y la venta de 21.000 millones de dólares en bonos del Estado. No obstante, la subida de los tipos de interés hizo que estos bonos perdieran valor (ya que eran menos valiosos que otros bonos emitidos más recientemente que ofrecían mayores rendimientos), por lo que incurrió en una pérdida de 1.800 millones de dólares.
Esto en sí mismo no debería haber conducido al fatídico resultado. Ahora bien, hubo un importante fallo de comunicación, ya que el banco anunció su venta de bonos el mismo día en que uno de los mayores criptobancos (Silvergate) se hundió, por lo que creó la confusión de que SVB también estaba corto de capital.
Es ahí donde el nicho de clientes de SVB se convirtió en un problema. Sólo tenía 40.000 clientes con una media de 5,25 millones de dólares en activos. Para contextualizar, el Santander tiene 14,3 millones de clientes en España con una media de 125.000 euros en activos. La pérdida de confianza en SVB se extendió rápidamente por todo el ecosistema tecnológico, lo que aceleró la huida de los clientes del banco. De hecho, muchos inversores de capital de riesgo aconsejaron a las empresas de su cartera que transfirieran sus fondos a otros bancos.
Al final, los activos y préstamos de SVB fueron adquiridos por bancos rivales (First Citizens en EE.UU. y HSBC en el Reino Unido), pero la confianza en el sector bancario se resintió. Esta situación se vio exacerbada por la quiebra del banco Signature (la tercera mayor quiebra bancaria de la historia de EE.UU.) esa misma semana.
Credit Suisse («CS») fue el primer banco europeo afectado. Su cotización había sufrido una caída sostenida en los últimos años a raíz de varios escándalos, entre ellos la incapacidad para impedir el blanqueo de dinero por parte de traficantes de cocaína, la salida de su consejero delegado a raíz de espionaje empresarial y un fraude de larga duración cometido por un alto consejero. En marzo de 2023, el auditor de CS anunció que había encontrado «debilidades materiales» en los controles internos del banco, lo que dañó aún más la confianza.
A pesar de que el perfil y la situación de CS eran muy diferentes a los de SVB, el pánico en el sector bancario hizo que sus clientes también empezaran a transferir su capital, lo que generó una falta de liquidez. Al final se vendió a UBS por un precio de ganga para evitar su colapso.
Como ha señalado el BCE, la crisis bancaria podría provocar una ralentización del crédito, ya que los bancos tratan de mantener niveles de capital más elevados. Esto podría enfriar la actividad económica y contribuir a reducir la inflación. A pesar de estos temores, el resultado del Índice de Gestores de Compras de la Eurozona alcanzó un máximo de 10 meses en marzo de 2023, lo que indica un aumento de la confianza económica. El BCE debe ahora lograr estabilizar los precios al mismo tiempo que mantiene la estabilidad financiera.
El pasado 16 de marzo el BCE elevó su tipo de depósito en un 0,5%, hasta el 3%, como estaba previsto, para seguir combatiendo la inflación. Sin embargo, el lenguaje empleado en relación con las futuras subidas de los tipos de interés fue menos cierta que en el anuncio de febrero de una subida del 0,5%, cuando afirmó que estaba en proceso de «subir los tipos de forma significativa», lo que sugiere múltiples subidas futuras.
Los analistas están de acuerdo y la opinión general es que el pico del BCE será más bajo debido a la crisis bancaria. Commerzbank predice ahora que el máximo será del 3,5% en lugar del 4% previsto anteriormente, mientras que algunos pronostican un máximo de sólo el 3,1%.
El impacto en los niveles de crecimiento y el próximo anuncio de tipos de interés del BCE el 4 de mayo están por ver, pero la crisis bancaria podría ser una noticia positiva para el mercado hipotecario si al menos ayuda a controlar futuras subidas de tipos de interés.
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