Con el paso de los años, aunque la nueva percepción del tiempo que nos ha dejado la pandemia haga que parezcan unos pocos meses, empresas de todos los tamaños y sectores han decidido mudarse con sus equipos a espacios de trabajo flexibles, un concepto ya trending topic que ha conseguido dar un giro de 180º a cómo entendemos la vida en la oficina.
Aunque la ya arraigada idea del coworking nos transporte muchas veces a fórmulas como el hot desking, que parecen dirigidas exclusivamente a autónomos o freelancers, el sector flex lleva años trabajando para adaptarse a modelos de negocio de todas las formas y colores, y sobre todo de todos los tamaños. Spoiler: lo han conseguido, y es que el porcentaje de empresas con perfil corporativo de todo el mundo que deciden apostar por los espacios flexibles no para de crecer.
Esta tendencia se debe, en primer lugar, a que la flexibilidad natural de este concepto de workspaces las libera de la rigidez a la que su tamaño, muchas veces, las condena. Cuidar la conciliación de los equipos, potenciar su productividad e inspiración y crear un sentimiento de pertenencia real entre los empleados siempre será más fácil si el espacio dedicado al trabajo rema a su favor.
Pero, ¿una oficina convencional no es capaz de cubrir estas necesidades? La respuesta corta es «ya no, lo sentimos». La respuesta larga, sin embargo, podemos reformularla en un «sí, pero…», que se vuelve cada vez más y más dudosa con el paso del tiempo, la incertidumbre y el cambio de mindset que nos han dejado los últimos años. La idea ya vintage de oficina, con un alquiler convencional y todo lo que eso conlleva, se aleja cada vez más de ser ese recurso que impulsa a las empresas hacia delante, empujando muchas veces en su contra. Compromisos a muy largo plazo, inversiones iniciales elevadas exponencialmente y los esfuerzos de búsqueda y acondicionamiento que se eternizan pueden hacer que el bienestar de los equipos, punto clave en la estrategia global de una compañía, pierda puestos en la lista de prioridades.
Está claro que una oficina por debajo de la media no conseguirá que los resultados de nuestros equipos suban de nivel; en cambio, contar con un espacio de trabajo al que los empleados quieran volver día tras día sí que despertará un compromiso y motivación por encima de la media. Y es aquí donde los operadores flex entran en escena, ofreciendo espacios de trabajo privados y comunes, de break y de reunión a las empresas en tiempo récord, sin inversiones iniciales, pero con todos los puntos de su checklist ya marcados.
Preparados tanto para la antigua como para la nueva mentalidad, los espacios flexibles abren sus puertas a compañías con modelos de trabajo 100% presencial, híbrido o deslocalizado y en remoto por todo el mundo, pero con sede y ubicación en ciudades claves como Madrid o Barcelona. Además, estos espacios de coworking o centros de negocios huyen de lo aséptico o simplemente funcional, con zonas comunes y salas de reuniones disponibles para todos sus clientes y capaces de iluminar los proyectos más creativos. Todo ello, por supuesto, sin olvidar las posibilidades de branding y personalización de las oficinas siguiendo el manual de identidad corporativa de cada marca, sin límites, lo que se ha convertido en aspecto clave para el desarrollo del talento dentro la compañía.
La ubicación estratégica en zonas con las mejores conexiones y accesibilidad, los edificios sostenibles y respetuosos con el medio ambiente por los que apuestan los operadores flex y los entornos de networking que promueven el trabajo colaborativo y la diversidad dentro de los equipos se suman a los beneficios mencionados anteriormente para transformar a los espacios de trabajo flexibles en imanes de nuevo talento. Su naturaleza y equipamiento tecnológico son capaces de cautivar las mentes millennials y gen-Z más brillantes.
Es por esto que la actividad de operadores flex como Lexington, empresa pionera en España en esta fórmula de workspaces y con una fuerte especialización en el cliente corporativo, atraviesa un crecimiento como del que estamos siendo testigos. Las ventajas están ahí, delante de nuestros ojos, y los equipos están pidiendo a gritos un giro de 180º en la estrategia de workplace. Entonces, volviendo a la pregunta inicial, sea cual sea tu actividad empresarial, el tamaño de tu compañía o necesidades específicas de tu modelo de negocio, si no quieres quedarte atrás, tu compañía sí necesita un espacio de trabajo flexible.
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