Los datos están por todas partes: en nuestro ocio, en nuestro trabajo, en nuestras relaciones sociales o en cada una de nuestras interacciones en internet, son la materia prima de la que se compone la dimensión digital y están cada vez más presentes en nuestras vidas. Los datos son la base de la cadena de valor de la economía digital y, en consecuencia, un elemento fundamental en la economía en general, su volumen crece día a día y la tendencia es que siga haciéndolo de forma exponencial en los próximos años.
La aparición de tecnologías como el 5G, el blockchain, el imparable crecimiento de la Inteligencia Artificial, las redes sociales, el e-commerce y el teletrabajo o la irrupción del metaverso, son sólo algunos de los numerosos motivos que están detrás de este crecimiento.
Generamos y consumimos un volumen ingente de datos en “la nube” que, al contrario de lo que pudiera parecer, por lo etéreo del apelativo, están físicamente alojados en Data Centers, infraestructuras logísticas en forma de edificios que se han transformado en elementos fundamentales para el desarrollo de la economía, dado el papel crucial que juegan en la cadena de valor de la digitalización.
Conforme se incrementa el consumo de datos, es necesario aumentar el número de centros que los alojan, así como ubicar estratégicamente estos nodos en el territorio, para ofrecer un servicio óptimo, de la misma forma que se hace con presas para el agua o las estaciones eléctricas para la distribución de energía. En Europa, la mayor capacidad instalada, hoy en día, se concentra en las ciudades conocidas como FLAP (Frankfurt, Londres, Ámsterdam y París) a las que se suman, en menor medida, otras capitales como Varsovia, Milán, Madrid, Oslo, Praga, Zúrich, Marsella, Viena, Berlín o Reikiavik; entre todas suman más de 2.000 MW instalados, pero esta cifra es no suficiente para dar cobertura a la demanda actual y, aún menos, para atender las necesidades futuras del mercado.
Se estima que la necesidad de crecimiento para almacenaje y procesamiento de datos será de un 15% durante los próximos tres años y no se trata sólo de capacidad para lograr un servicio óptimo y facilitar una interrelación óptima entre stakeholders, sino que es necesario acercar las infraestructuras al territorio y más en concreto al Sur de Europa dónde hoy hay menor cobertura. Todo ello pone encima de la mesa una necesidad urgente de seguir ampliando capacidad y hacerlo en aquellas ubicaciones que cuentan con menor capacidad instalada.
Por qué España
En este contexto, España es una firme candidata para abanderar este crecimiento debido a factores como las condiciones de acceso al suministro eléctrico, la infraestructura tecnológica con la que cuenta y la madurez del mercado en cuanto a digitalización. Los Data Centers consumen una gran cantidad de energía y España cuenta con un notable parque de energías renovables y una menor dependencia del suministro ruso. No hay que olvidar, como mencionaba al principio, que la nube tiene en realidad una componente física muy relevante y contamos en nuestras costas con nuevos cables submarinos de fibra óptica que conectan Europa con distintos continentes (América, África, Oriente Medio…), además una notable capacidad instalada de fibra a lo largo de todo el territorio nacional. A esto hay que sumar la apuesta de actores internacionales de servicios cloud por nuestro país y su creciente interés por nuestras instalaciones. Todo ello brinda a España de una oportunidad única para posicionarnos como referentes en el mercado de Data Centers y convertirnos en el hub digital del sur de Europa.
Lograr este posicionamiento nos ofrece la oportunidad de favorecer un efecto llamada que genere empleo, crecimiento económico, inversión, innovación y una mayor madurez en servicios digitales. Según fuentes de la asociación de Data Centers en España, Spain DC, si se cubre esta perspectiva de crecimiento, la inversión directa podría alcanzar la cifra de 3.000 millones de euros durante los próximos cinco años, a lo que habría que sumar las inversiones indirectas derivadas de las necesidades de hardware y software para la prestación que requieren este tipo de centros y que implicarían una inversión adicional de 6.000 millones de euros durante el mismo periodo, además de la creación de puestos de trabajo. Esta inversión en infraestructura provocaría un efecto multiplicador en las inversiones en otras industrias, con la consecuente generación de empleo asociada, que se estima podría cuantificarse en 12 veces la inversión indicada.
En el otro lado de la balanza, no hay que olvidar que los Data Centers son instalaciones con una alta complejidad técnica, que requiere de una gran cantidad de espacio y consumo de energía, su desarrollo y mantenimiento resulta costoso y precisan de un alto nivel de especialización durante todo su ciclo de vida.
Hay diferentes tipos de instalaciones de Data Centers, desde los Hyperescale más propios de compañías como Amazon, Facebook, Google, Apple y Microsof, a aquellos conocimos como Colocation, en los que diferentes operadores aportan soluciones cloud a terceros. Aunque las grandes compañías tecnológicas tienen una gran influencia en el desarrollo de los Data Centers, hay también una gran oportunidad para el resto de actores, que en el caso de España está liderado Merlin Properties, Data Center Solutions (DCS) o Telefónica, siendo sus sus principales clientes firmas operadoras dedicadas a su explotación como Interxion, Global Switch, Nabiax, Equinix o Data 4.
En definitiva, la construcción y explotación de Data Centers comporta poder dar una respuesta adecuada a requerimientos técnicos y tecnológicos muy exigentes, además de tener la capacidad de afrontar un modelo de explotación arriesgado y complejo que tiene por delante muchos retos que resolver como la escalabilidad, la sostenibilidad y la eficiencia energética.
Sin embargo, lograr posicionar a España como referente de instalaciones Data Center en el Sur de Europa resulta absolutamente estratégico y crucial, nos ofrece la oportunidad desarrollar músculo económico de alto valor añadido y posicionarnos de esta forma como líderes en la economía digital del presente y del futuro.
Socia directora de REDI y socia de WIRES.