Una de las mayores frustraciones para cualquiera que acabe de comprar una vivienda es descubrir que no es oro todo lo que reluce.
Ya no hablo de posibles humedades, roturas o fugas inminentes, o alicatados en mal estado. Todos esos problemas, si aparecen, se pueden recurrir fácilmente durante los primeros 6 meses de la compra de la vivienda. Hablo de esas pequeñas cosas de las que uno no es consciente hasta que habita esa vivienda, y que, de haberlas pensado mejor, hubieran disuadido de su compra. Esas “pequeñas cosas” que, cuando uno no pasa nunca por casa… Cuesta más ver. Pero que, cuando es obligado a permanecer confinado en su casa durante 3 meses, afloran más. Esas “cosillas” que provocan una avalancha de mudanzas durante el 2021, o que las búsquedas del término “construir una casa” aumentarán un 110% en agosto de 2020.
Pero no caigamos en el error de pensar que es un suceso puntual, provocado por un episodio anómalo en la historia, pues este fenómeno viene acompañado (y potenciado) por la posibilidad de teletrabajar, el endurecimiento en las condiciones para adquirir una vivienda, por el cada vez mayor sobreprecio en de las viviendas de obra nueva. La construcción de una vivienda propia es una tendencia que ha venido para quedarse.
Y es que la oferta inmobiliaria está compuesta casi en su totalidad por vivienda de segunda mano, que generalmente requieren de alguna reforma o son menos eficientes energéticamente, y cuya principal ventaja (ser más céntricas) ha perdido valor gracias a la posibilidad de teletrabajar. Si a esto le añadimos que las viviendas de obra nueva son, de media, un 17% más caras, y que los bancos están complicando cada vez más el acceso a financiación… No nos debería extrañar otras alternativas cobren más fuerza.
Cada vez son más y más las personas que aterrizan en Colibid buscando una hipoteca autopromotor o autoconstrucción que les permita construir la casa que realmente quieren. Lo que pone de manifiesto la tendencia clara que hay en apostar por un proyecto propio de vivienda y la ausencia de oferta financiera por parte de los bancos para llevarlo a cabo.
Sin embargo, los préstamos autopromotor se enfrentan a tres grandes hándicaps que por ahora sirven para disuadir a gran parte de la gente que se interesa por ellos. No disponer de un terreno en propiedad para construir la vivienda, el miedo al aumento en el precio de las materias primas (que puede provocar un descenso en el valor de tasación inicial pero no la reducción de los costes de construcción), o la reticencia por parte de los bancos a estudiar o conceder préstamos esta clase, dado que no poseen condiciones o características generales (al contrario que la hipotecas convencionales), hace que hoy por hoy sigan siendo un préstamo minoritarios, aunque en clara tendencia.
Ante esta realidad, a los bancos y empresas no nos queda más que adaptarnos a las nuevas necesidades de los consumidores. Y por el bien del mercado… hacerlo más rápido de lo que se acostumbra en este sector. Porque pensémoslo fríamente. Comprar una casa, de por sí, ya es un proceso sumamente complicado para tener que “conformarte” con lo que haya en el mercado. ¿No sería razonable pensar en complicarte un poquito más… y al menos tener una casa que sea a medida?
CMO y cofundadora de Colibid