El aumento de precio de las materias primas es un fenómeno que está afectando al mercado internacional en todos los sectores, abanderado principalmente por el incremento del valor de la energía. Estos altos costes que deben pagar las empresas están viéndose reflejados en las cadenas de producción, que han visto necesario aumentar los precios de fabricación y venta para asegurar su viabilidad y su producción.
Obviamente, el sector de la construcción no es ajeno a este aumento de los costes de determinados materiales y, en general, a la propia subida del IPC.
Desde Alza Obras y Servicios observamos, de la misma forma que el resto de las empresas de nuestro sector, cómo los precios están subiendo en prácticamente todas las partidas presupuestarias, suponiendo un problema que se agrava, además, por la crisis sanitaria de la COVID-19. Y lo más preocupante es que no se ve el final del proceso inflacionista.
La principal consecuencia que encontramos en el sector de la construcción, ante la escasez de materias primas y el aumento de los precios de coste, es la ralentización y, en algunos casos, la paralización de aquellos proyectos de obra que ya estaban en proceso de inicio y que en este momento no resultan rentables.
Estos planes, ya trazados y comenzados con anterioridad, se encuentran sometidos a un clima de incertidumbre que no permite visibilizar de manera clara cuáles serán los costes reales a pagar, impidiendo a las constructoras, así como a todas las empresas involucradas en el proceso, arrancar algunos de los proyectos.
Para paliar estas consecuencias, desde Alza detectamos dos medidas que trazan el camino a seguir de muchas constructoras, y que les permite, de manera interna, implantar las políticas pertinentes según la tipología de cada proyecto:
- Incluir en las licitaciones variantes suficientes al proyecto para darle un ahorro adicional en procesos y materiales que entendemos no van a sufrir incrementos a lo largo del proceso constructivo.
- Nuevas medidas en las obras en ejecución: en estos proyectos es necesario un diálogo constante con el cliente para adaptar los proyectos en marcha a fórmulas más viables de ejecución.
Obviamente, el incremento de precios en el proceso constructivo repercute en el precio final de la vivienda, con lo que se corre el riesgo apuntado anteriormente de la ralentización de determinados proyectos para ajustar ingresos y costes.
Para lograr optimizar este proceso, y no repercutir todos los costes al consumidor final, es importante comenzar una comunicación fluida e intensa entre todos los actores de la cadena: promotores o gestores, dirección facultativa, arquitectos, constructores… Con ello, será mucho más sencillo llegar a acuerdos internos entre todos, lo cual facilitará la producción y la venta de obras nuevas, y hará más fácil conseguir las necesidades del sector. Además, resulta fundamental incluir en los contratos cláusulas adicionales donde se indique cómo actuar en caso de una importante subida de precios de las materias primas o los costes logísticos, entre otros.
Estamos viviendo una época de incertidumbre en la que todavía no vemos el final. No obstante, la mayoría de las empresas involucradas en el sector inmobiliario están preparadas para superar estos tiempos difíciles.
Desarrollo de Negocio de ALZA